Hoy 25 de Noviembre: Día de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. ¿Conocen ustedes amigas queridas ese famoso dicho que reza: “Mente sana, cuerpo sano”? Pues bien, los estados mentales del ser humano, influyen mucho en la salud física. Nuestros sentimientos y emociones pueden tener efectos positivos o negativos en nuestro bienestar físico. Sentimientos de abandono, maltrato y violencia puede disminuir considerablemente nuestro sistema inmunológico, las defensas del organismo se minimizan ante los sentimientos de impotencia, tristeza, soledad y dolor. En cambio, sentimientos como ser y sentirnos amados, apoyados y protegidos, pueden ayudarnos a enfrentar y a tratar con situaciones estresantes. (Wallston, Alagna y DeVellis, 1983).
En este marco, encontramos que la violencia tiene muchas caras, se disfraza de mil ropajes, se escuda en mil excusas y pretextos, se desliza a velocidades vertiginosas sin ninguna cautela, por la pendiente de la astucia desmedida, utilizando para ello la fuerza física y la fuerza de la palabra que golpea, que agrede, que mata, para finalmente esconderse bajo las sombras de la ignorancia y la pobreza de espíritu.
¿Las víctimas principales de los escenarios más violentos? Son mujeres y niños, que son tratados con tremenda severidad y dureza dentro y fuera de sus hogares. Y algunas mujeres, a pesar de que sienten la rudeza, el rigor acumulado de humillaciones y maltrato por parte del hombre, siguen aferradas besando el látigo que las golpea, no quieren cortar sus cadenas de sinsabores, no quieren ni les interesa salir de su cárcel de fracasos… ¡qué paradójico puede sonar esto!
Pero hay otras que sí quieren salir, y las circunstancias les son adversas: Mujeres que por su incipiente estrato social han sido relegadas a un segundo plano social. Aquellas que tienen que salir desde muy temprano de sus humildes hogares para partirse la espalda de sol a sol y de luna a luna trabajando jornadas inhóspitas en las labores del campo, con el lodo llegándoles hasta los tobillos, para llevar un mísero sustento a sus hijos y al regresar a casa son recibidas con una golpiza del marido borracho.
O aquellas mujercitas obreras de fábricas, empresas y negocios de mala muerte, en los que sufren verdaderos atropellos emocionales, permanentes hostigamientos y descalificación de todo tipo, debido a su baja condición de aceptación por parte de quienes tienen todo el mando y el poder en sus manos.
O aquellas otras, que en vez de “Reinas del hogar”, se han convertido en unas verdaderas esclavas del deber, a manera de “ejecutivas domésticas” sin sueldo y sin derechos para decir ni para decidir, que son utilizadas por sus familias, sus maridos y hasta por sus propios hijos, de la forma más cruelmente despiadada.
O tantas otras mujeres que son chantajeadas, acosadas, manipuladas, laceradas, humilladas, vejadas, violadas, golpeadas física y psicológicamente, unas verdaderas víctimas, incluso dentro de su propio hogar, donde en algunos casos, ellas terminan siendo asesinadas en su dignidad, su integridad, sus sentimientos devaluados hasta la saciedad, mujeres que terminan muchas veces “muertas en vida” con el corazón hecho mil pedazos sin ninguna misericordia ni piedad.
Y ni qué decir de aquellas nobles mujeres que sucumben por amor, o que viven aisladas del mundo, llevando a cuestas grandes crisis emocionales, esfuerzos y super-esfuerzos constantes y repetidos, paquetes muy pesados en ambientes densos, muy duros de digerir, silencios obligados por chantaje sentimental, por vergüenzas, por miedos, por temores, por cobardías y hasta por negligencias o incapacidades para actuar.
Me pregunto: ¿En qué lugar del mundo se guardan como reliquias los galardones a la excelencia para todas éstas mujeres del mundo? …¿Hasta cuándo les serán reconocidos sus muy bien logrados y ganados méritos?
Esto ya no es posible callarlo ni ocultarlo amigas queridas:
¡QUEREMOS JUSTICIA PARA TODA MUJER!
Los países del mundo se han vestido de luto por varias generaciones, y lejos de que la sociedad en quiebra sienta ánimos de mejorar, cada vez está peor en un mundo “de baratillo” y en “bancarrota de todos los valores”, donde es la misma sociedad quien juzga y hasta condena, sin otorgarle a la mujer, ni siquiera la oportunidad de poder defenderse.
¿Dónde están los culpables? Aquellos que atropellan y denigran la dignidad de la mujer. Los asesinos de valores y sentimientos, los responsables de que la mujer permanezca marginada, devaluada, incapacitada para levantarse del inmundo lodo de la tierra…¡Dios Santo, qué tristeza decirlo así!
Apelamos pues a las autoridades de todos los gobiernos del mundo y a la conciencia humana, para que cese la violencia contra la mujer, otorgándole ojalá, el lugar digno que merece y que ella (como reina), debe ocupar dentro de la sociedad y dentro de la naturaleza.
De ustedes es la voz amigas y hermanas, pero sin olvidar por favor que de Dios es la última palabra.
Mis respetos y cariño siempre.
DORAL